Al fin, Jon Rahm (-1) cazaba su primera calle del día en el hoyo 18, habiendo salido por el 10… Como bien puede entenderse, cualquier análisis que se haga de la primera vuelta del Número 2 del mundo en el US Open debe partir y dirigirse a través de este hecho insólito. Porque además, no es que el jugador español fallara por poquito desde el tee, estas cosas que ocurren a veces, disparos más que decentes que no aguantan la bola en calle por culpa de un bote tontorrón o una rodada atolondrada. No señor: Jon no encontraba el ritmo adecuado y los errores, casi todos, eran más bien gruesos. Casi todos, también, por la izquierda porque la bola no terminaba de abrir.
Decíamos que cualquier análisis debe pasar por aquí y por ello no queda más remedio que felicitarse por el resultado final. Una vuelta de 69 golpes, una por debajo del par, es poco menos que una gesta en tales condiciones. A Rahmbo, afortunadamente, le cuesta más bien poco encontrar la lectura positiva al asunto y es así como él lo veía, recién firmada la tarjeta.
Es cierto que por sus segundos nueve, los primeros del North course del Los Angeles Country Club, el tétrico panorama desde el tee se iluminaba ligeramente. No es que se viera ahora un Rahm en plenitud en este apartado, como tantas y tantas veces, pero al menos sí dejaba la bola en el fairway con cierta regularidad. Por la primera mitad de la vuelta, por cierto, había sido el putt quien lo había mantenido a flote y dispuesto. Iban cayendo puritos de cuatro, cinco o seis metros con una naturalidad pasmosa, la mayoría de ellos para salvar pares, como en el 13 y 16. Después, cuando ya se puso mirando al birdie, siguió tirando muy buenos putts, pero esta vez no entraban. Como si no conociéramos a los puñeteros duendes del golf…
Jon ha estado fantástico en los greenes y muy consistente, y hasta brillante, con los hierros en las manos cuando ha estado en posición. No son tampoco malas noticias. Mención especial merece la recuperación en el hoyo 5, después de errar por mucho la calle, enhebrando un misil tierra-tierra-aire desde casi 180 metros por la ajustada puerta que encontraba entre dos soberbios árboles, para llevar la bola a green. También el hierro largo que pegaba en el 8 para dejarse una apetitosa opción de eagle de unos cinco metros que se le iba a escapar por centímetros.
Los líderes, Fowler (-8) y Schauffele (-8), se han escapado de salida, es cierto. Y Scheffler (-3) no afloja la desaforada marcha iniciada hace ya año y medio. Pero la puesta en escena de Rahm, tal y como podían haber ido las cosas con un putter frío y una mente acogotada ante semejante inicio, es mucho más que correcta. El de Barrika ha cumplido con el primer mandamiento de los grandes campeones: arréglatelas como puedas, pero haz que el día malo de la semana no lo sea tanto.
Por delante del vasco, habiendo salido también por el 10, marchaba un Sergio García (PAR) que también ha sacado al final la tarea adelante. Con tres birdies y tres bogeys en su tarjeta, el castellonense no ha carburado nada mal desde el tee (algunas bolas terminaban por muy poquito en el rough de bermuda) y, sobre todo, ha estado por momentos brillante en las recuperaciones. Puede que el magnífico resultado de los líderes confunda en exceso, pero la realidad es que desde su posición, igual que la de Jon, todavía se va a poder atacar cualquier objetivo en las próximas jornadas.
