Inicio Ryder Cup Ryder Cup 2020 Los últimos quince flashes irreverentes de la Ryder
El análisis de la Ryder Cup de David Durán en 15 puntos

Los últimos quince flashes irreverentes de la Ryder

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Justin Thomas, en los individuales de la Ryder Cup. (© Golffile | Eoin Clarke)

– ¿Debemos recrearnos en la Ryder que han rematado los dos jugadores españoles, Sergio García y Jon Rahm, a pesar de su derrota en los individuales y del abultado marcador final que ha sepultado al equipo europeo? Hombre, el asunto quizá no sea para celebrarlo por todo lo alto, pero recrearnos, lo que se dice recrearnos, no deberíamos parar de hacerlo. A ver si al final nos vamos a acostumbrar al pequeño gran milagro del golf español que se produce casi en cada edición de la Ryder Cup…

– El equipo estadounidense no ha podido defraudar a nadie. Muy fuerte. Muy confiado en sus posibilidades. Muy efectivo. Muy oportuno en el reparto de fuerzas. Pero de ahí al pretendido análisis de muchos aficionados y supuestos analistas, a ambos lados del Atlántico, que nos hablan de un despliegue bestial de ‘golf cinco estrellas’ en cada golpe, en cada hoyo, de cada jugador… Menos lobos. La realidad también nos dicta que el equipo de las barras y estrellas no ha encontrado la resistencia tantas veces mostrada por su rival, y no será porque no tuvieran mimbres a priori suficientes y adecuados para ejercerla.

– El papelito de Justin Thomas, llevándose la mano a la oreja tantas veces después de cada gran momento… Algo sobreactuado, la verdad. Nos recordaba al de las jugadoras norteamericanas en la última Solheim, cuando una a una solicitaban a los aficionados en el tee del 1 un extra de bullicio mientras pegaban a la bola. Cada cual con lo suyo. Bubba y Poulter, con lo de Bubba y Poulter. Y Reed, admirado Justin, con lo de Reed.

– Pues sí, la victoria final de Rory ante Schauffele lo redime. Y sus lágrimas sinceras, mucho más.

– Querido Shane, por Dios, aplícate de verdad durante el próximo año de clasificación para la Ryder. Te queremos siempre en el equipo. Ahora ya sabes lo que te habías perdido hasta la fecha. Y nosotros lo que nos perdíamos sin tu concurso.

– Hasta la coronilla de los sepulcros blanqueados andantes que ponen la lupa cada cuatro años sobre los aficionados estadounidenses. Como si en Europa no se vitorearan las bolas al agua del rival. Es inaguantable el recurso buenista e hipócrita de los patanes que escriben o dicen aquello de: “qué pena, el hooliganismo ha llegado al golf”, tomando tantas veces la parte por el todo.

– A ver quién es el valiente que crucifica a Viktor Hovland. El noruego es valor seguro y dará a Europa más de una y de veinte tardes de gloria en la Ryder. El simbolismo de su medio punto ante Morikawa pesa también un quintal… Y sin embargo, hay quienes seguimos pensando que quizá no debió jugar los cinco puntos y que Wiesberger estaba preparado para asumir un pelín más de protagonismo.

Lee Westwood ha redondeado esta semana la bonita cifra de 47 partidos disputados en la competición, igualando con Phil Mickelson en la cima. Nadie ha jugado más que ellos. Pero Sergio viene ya por detrás con 45 a sus espaldas. ¿Adivinan que récord superará el de Borriol dentro de dos años en Roma?

Jon Rahm ganó el 33 por ciento de los puntos disputados en su primera edición de la Ryder (uno de tres). Hoy su porcentaje en las dos ediciones que acumula supera ya el cincuenta por ciento (cuatro puntos y medio de ocho jugados). ¿Adivinan quién seguirá elevando este listón dentro de dos años en Roma?

– Y ya que estamos con los españoles, ahí va una pregunta. ¿Quién será el próximo que consiga meterse en el equipo europeo de la Ryder? Los nombres, desde luego, no salen a bote pronto, aunque afortunadamente en dos años pasan muchísimas cosas… Podemos extender aún más la cuestión: ¿qué jóvenes jugadores europeos apuntan maneras Ryder para Roma 2023? Más allá de los hermanos Hojgaard no se atisba demasiado con certeza, la verdad. Habrá que ver cómo evoluciona Guido Migliozzi, por supuesto. Y Renato Paratore. El alemán Schmid también ha irrumpido con fuerza y un recio teutón en el equipo debiera ser casi obligatorio. Y a los que esperábamos a Horsfield… Está bien, de acuerdo: sigamos esperándolo.

Dustin Johnson ha ganado los cinco puntos y nadie lo ha visto llevándose la manita a la orejita mientras mira de soslayo a la grada y asiente… Algún puño sí que ha sacado, sólo faltaría. Pero de ahí no pasa este extraordinario jugador. Es imposible marcarse un pleno de triunfos en una Ryder haciendo menos ruido. Maestro escapista que siente, goza y padece mucho más de lo que muestra.

– La realización televisiva del evento ha sido un prodigio de despropósitos. ¿Habrá ocurrido que el responsable andaba despistado en mil batallitas en las redes sociales? Por si acaso, no lo descartemos.

Fitzpatrick ha jugado ya cinco partidos en dos ediciones de la Ryder y su casillero de puntos sigue inmaculado. El inglés pidió por favor al capitán que le permitiera jugar algún fourball antes de los individuales, pero estaba destinado a jugarlo seguramente el sábado por la tarde y Harrington se vio obligado a cambiar los planes… No terminan de casar Matt y la Ryder, pero seguro que el inglés volverá a taparnos la boca a todos los que sospechamos que no volverá a meterse en el equipo.

– Por favor: dejemos ya de escribir o de decir para hacernos los interesantes, aunque sea en la barra del bar con los amigotes, que Bryson DeChambeau es mucho más que un bombardero, que hay que ver cómo patea y bla, bla, bla… El agudo comentario ya había dejado de serlo cuando ganó e US Open hace más de un año en Nueva York.

– ¿Y el próximo capitán europeo? Westwood casi se ha postulado al señalar en la rueda de prensa final que no se ve jugando otra Ryder. No parece una mala idea…