¿Puede ganar Jon Rahm el Open Championship después de la primera ronda? La historia y la estadística dice que lo tiene casi imposible. Comienza ahora una carrera contra el reloj y los números para convertirse en una de las grandes excepciones de los majors. Arrancar en el puesto 89º, con +3 en tu marcador, a ocho golpes de tres líderes y pretender ganar, parece simplemente una quimera. Pues bien, a esa titánica tarea se ha puesto ya Jon desde que cayendo la tarde en Royal Liverpool, y una hora después de acabar su ronda, salía del campo de la mano de su mujer Kelly.
A Jon no le ha salido nada hoy. Lo único que se puede salvar es el magnífico putt de algo más de nueve metros que ha embocado para birdie en el 10, algún que otro putt delicado de par que ha metido en los primeros hoyos y el gran wedge del 11 que no ha sido capaz de convertir en birdie con un putt de menos de dos metros. El resto ha sido llanto y rechinar de dientes. Mejor desde el tee que con los hierros. No ha fallado por mucho, realmente no ha sido un desastre, pero es que el margen en los Grandes, y mucho más en un recorrido preparado de una manera tan exigente como Royal Liverpool, es mínimo. Un metro a la derecha o a la izquierda de más, un bote aquí o allá, y se pasa en un abrir y cerrar de ojo de la opción de birdie a pelear incluso por salvar el bogey.
En esa batalla de pocos metros Jon ha salido perdedor. Hoy tocaba ser un reloj suizo y no lo ha sido. Además, tampoco ha tenido suerte. En dos ocasiones ha tenido que sacar la bola para atrás desde el búnker, una vez en el hoyo 12, en la calle, y la otra en el 18, en el green. A todo esto, se le ha unido una muy mala secuencia de putts cortos fallados en el 15 y 16. La realidad es que Jon ha comenzado errático, pero ha sabido sufrir para mantenerse. Saldaba los primeros nueve con un solitario bogey por un tripateo en el 7 y daba la sensación de que en el 10 le daba la vuelta a la tortilla. Sacaba el birdie donde apenas se han hecho trece en todo el día y después venía el tirazo del 11. Se le escapaba el birdie y acto seguido la bola se le quedaba injugable desde el tee en un búnker. La reacción se frenaba por completo.
Rahm sabe que se ha quedado sin red. Está tranquilo con su swing, pues cree que ha pegado buenos golpes que no han recibido el premio merecido y está seguro de que le puede dar la vuelta. «Es muy pronto, no creo que esté aún con el agua el cuello. Quedan tres días y el fin de semana parece que se complica», asegura el de Barrika. Nadie le va a quitar a Rahm el deseo y el sueño de darle a esto la vuelta, y si para eso hace falta entrar en la historia de las remontadas más increíbles de todos los tiempos en los majors, mejor que mejor.
La primera jornada del Open de Royal Liverpool nos ha dejado un campo que se ha comportado de manera excepcional y tres líderes con -5: Fleetwood, Grillo y Lamprecht. A un golpe están Rozner, Otaegui y Harman y con -3 se amontonan Cink, Clark, Noren, Homa, Sharma y el sorprendente escocés Michael Stewart. Ahí se cierra el top 10.
Realmente, a excepción de Homa, en la tarde no han estado muy brillantes los gallos. Han sufrido más que brillado. Viktor Hovland (-1) o Sungjae Im (-1) han conseguido sacar adelante muy buenos resultados bajo par, pero Rory McIlroy o Tyrrell Hatton se han quedado al PAR y otros han perdido abiertamente la batalla, caso de Collin Morikawa (+2), Tony Finau (+2), Dustin Johnson (+3), Justin Rose (+3), Phil Mickelson (+6) o qué decir de Justin Thomas (+11).
El corte se ha colocado provisionalmente en +2 y todo apunta a que el viernes se irá a +3 o +4. Esa es la primera criba que hay que pasar, incluso para Rahm. También para Alejandro Cañizares (+4), Adri Arnaus (+11) y Jorge Campillo (+11), que jugaron por la tarde y tuvieron días para olvidar, especialmente los dos últimos.
