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Tiger Woods será el jugador número 13 del equipo USA de la Ryder

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Tiger Woods, en la Ryder Cup de 2016 cuando ejerció de asistente. (© Golffile | Fran Caffrey)

Aún no hay respuesta para la pregunta del millón de esta Ryder Cup: ¿estará Tiger Woods en Whistling Straits? Al menos, claro, no hay una respuesta oficial, ya que la presencia física en Wisconsin del 15 veces campeón de Grandes se mantiene bajo secreto de sumario. La lógica invita a pensar que no estará allí. Subirse a un avión, viajar durante más de cuatro horas y acudir al campo de golf, con todo lo que supone de estrés y atención mediática parece un esfuerzo excesivo para una persona que aún se mueve en muletas y cuya pierna anda todavía maltrecha por el grave accidente de coche del pasado mes de febrero. Claro que es Tiger, todo a su alrededor de mueve con absoluto sigilo y hace mucho tiempo que no se tiene un reporte fiable de cómo se encuentra realmente. Nadie descarta la sorpresa.

Lo que nadie pone en duda es que Tiger Woods estará. De una u otra manera será el jugador número 13 del equipo americano. Así lo ha confirmado el propio Steve Stricker. «Estará de alguna manera allí, ya sea físicamente o a través del teléfono. Ya he hablado con él muchas veces sobre la Ryder. Quiere participar y formar parte del equipo. Quiere estar con los jugadores. Es un jugador increíble, pero creo que aporta todavía más como capitán o asistente. Está de más decir que se encuentra completamente involucrado en todos los asuntos del equipo. Siempre tiene tiempo para todos», asegura el capitán.

Lo más probable es que Tiger esté en permanente contacto con el vestuario USA mediante videollamadas. Su energía tiene un valor incalculable. No sólo es lo que aportará al equipo en forma de consejos, golpes, posibles parejas, estrategias, sino sobre todo se cuenta con él como un factor emocional que puede ser desequilibrante, algo similar a lo supuso Seve Ballesteros para Europa en la Ryder Cup de Medinah en 2012.

El influjo de Tiger Woods en la Ryder Cup y en la Presidents ha cambiado de manera notable con el paso de los años. Hace tiempo, concretamente desde la Presidents de Corea en 2015, que Tiger dejó de ser ese animal competitivo que antepone sus resultados a todo lo demás, ese jugador distante y celoso de compartir con otros cualquiera de sus métodos y rutinas por no dar ventaja a sus rivales. Porque sí, porque en aquellas semanas esos once jugadores norteamericanos eran sus compañeros, pero Woods los seguía viendo como rivales para el resto del año. Su objetivo individual de superar a Jack Nicklaus estaba por encima de todo, incluido la Ryder, pero desde 2015 ya no ocurre eso.

Todo cambió con aquella ‘task force’ que montó la PGA de América para tratar de contrarrestar el dominio de Europa en la Ryder. Se forjó tras la derrota de 2014 en Gleneagles y la movida surgida entre Tom Watson y Phil Mickelson a cuenta de los métodos del capitán. Habían sido seis victorias en las últimas siete ediciones y había que encontrar la manera de detener la sangría. Tiger Woods se implicó como el que más. Su papel en la Ryder y en la Presidents cambió para siempre. No estuvo físicamente en Corea en 2015, pero era uno más del equipo. «Llegaban mensajes de Tiger a todas horas. Daba igual si eran las tres de la mañana o las diez de la noche. Lo que se le ocurría lo escribía. Fue muy intenso y estuvo muy metido», cuenta Rickie Fowler en Golfweek.

«No nos lo podíamos quitar del teléfono. Llamaba a todas horas y quería hablar de las parejas, la estrategia, la preparación del campo… Después llamaba a Fred Couples y le contaba lo que pensaba. La gente que decía entonces que no le importaba, que no estaba comprometido… Simplemente no era cierto», afirma Love III, asistente de Jay Haas en aquella Presidents. «Aquellas llamadas me demostraron lo mucho que quería ayudar en lo que fuera posible. Después, en 2016 no enseñó lo que puede hacer en el campo. Transmite pasión y energía. Pasó de ser un jugador al que realmente nadie conocía, a uno realmente amigable con todos los demás componentes del equipo», remata.

El influjo de Tiger es enorme y se resume en esta frase de Phil Mickelson. «Cuando Tiger habla, los demás escuchan porque es el más grande que ha jugado al golf».

Como jugador, el balance de Tiger Woods en la Ryder Cup es realmente pobre. Ha ganado sólo una vez, en 1999, y ha perdido siete. Sin embargo, como asistente su balance es muy diferente. Estuvo en 2016 con Love III y ganó Estados Unidos, fue asistente en la Presidents de 2017 y también ganó Estados Unidos y, por supuesto, venció como capitán en la Presidents de 2019.

Esté o no físicamente en Whistling Straits, Tiger Woods será un factor diferencial en esta Ryder Cup. Veremos hasta dónde puede llegar su influencia. Es el gran motivador de Steve Stricker, un capitán que huye de la farándula y de los grandes nombres ajenos al golf. En el equipo americano no habrá nadie que no sea un hombre de golf.