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Los últimos nueve hoyos de práctica de Jon Rahm desde dentro de las cuerdas

Ni gafes, ni gaitas: cómo ha jugado hoy Jon Rahm al golf

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Jon Rahm mira un green durante la ronda de prácticas de la Ryder Cup de Roma 2023
Jon Rahm mira un green durante la ronda de prácticas de la Ryder Cup de Roma 2023. (© Golffile | Pedro Salado)

Tee del 1 del Marco Simone. Jon Rahm saca la madera 3 de la bolsa. Más de tres mil personas en la grada. Son las once de la mañana del último día de prácticas de la Ryder Cup de Roma. Es su turno para pegar, deja caer el palo al suelo, baja los brazos y los sube completamente estirados a cámara lenta hasta dar una sonora palmada mientras gira 360 grados para mirar a la cara a todos los aficionados. Es una excelente imitación de la manera de pedir apoyo al público de los saltadores de longitud, tiple salto, altura o pértiga. La gente se vuelve loca. Lo siguen en perfecta coreografía. Cuando el show está lanzado y las palmas atruenan, Jon recoge el palo del suelo y en el momento de máximo ruido descerraja el misilazo a su bola. Centro de la calle. Locura. Y la Ryder no ha empezado…

Jon asume con naturalidad el papel del líder y conecta con el público como nunca. En París debutaba y casi ni se enteró de lo que iba hasta el domingo, como le pasa a casi todos lo novatos, y hace dos años fue en Estados Unidos, territorio hostil. En Roma está desatado. Sonríe, se acerca, se hace fotos, firma autógrafos, levanta los brazos, corresponde casi a cada grito de ánimo. Puede parecer normal, pero no es así. Rahm, precisamente, se caracteriza por lo contrario en sus vueltas de prácticas en los torneos y, especialmente, en los Grandes. Vuelca el ciento por ciento de su concentración en la preparación del campo, en el estudio de los golpes y en analizar cada milímetro de hierba, cada ángulo, cada línea desde el tee. Va en una burbuja, casi como si fuera un día de torneo. Después, una vez terminado su trabajo, eso sí, atiende a todos los que se lo piden y puede estar más de una hora firmando autógrafos. La Ryder es otra cosa y Rahm lo sabe, lo entiende y lo ejecuta. El liderazgo se ejerce también en la conexión con el público.

Pero claro, está muy bien que un general motive, dé las órdenes de manera adecuada y tenga sintonía con sus soldados, pero lo más importante es que gane batallas. Eso lo sabremos a partir del viernes, pero podemos atestiguar que no se puede llegar en una mejor disposición. Ya saben que en el mundo del deporte, y en Ten Golf en particular, somos muy de los gafes y los yuyus. Basta que se diga que un jugador llega espectacular a un torneo para que las cosas no salgan bien. Pero realmente, en este caso, ni gafes, ni gaitas, el despliegue de golf de Rahm este jueves en el Marco Simone, a unas horas del inicio de la Ryder ha sido excepcional.

La clave esta semana en Italia será coger muchas calles y muchos greenes. Pues bien, Jon ha cogido hoy cinco de las seis calles (hay dos pares 3 y un par 4, el 5, que se llega de uno) y nueve de nueve en greenes. No se le puede pedir mucho más. Sensacional. La única calle que ha fallado ha sido la del 9, la última del día porque sólo han jugado nueve hoyos. Ha sido una bola que no ha terminado de abrir del todo y ha acabado en el segundo corte de rough. Estaba difícil, pero manejable. Y ha sido larguísima. Estaba 20 metros por delante de Straka que había cogido la calle. Un obús. Su segundo golpe ha sido magistral. Una bola baja que ha hecho muchos metros y se ha quedado al borde de green. Approach delicioso a dos dedos del hoyo y birdie. Sí, el 9 es un par 5.

Rahm ha hecho cuatro birdies y cinco pares. ¿Qué les parece? El primero ha caído en el 5, el par 4 que un día más se ha jugado con el tee adelantado a 276 metros de green. Ha pegado la madera 3, la ha puesto en green y ha hecho dos putts. De libro. La grada del 5 pataleaba enfervorecida con el maderón. Otro birdie en el 6. Salida con hierro al centro de la calle, tirazo dos dos y putt de unos dos metros medio. El tercer birdie caía en el 8, un par 4 de coco y huevo, largo como un día sin pan. Drivazo al centro de la calle, gran segundo tiro y putt largo de unos ocho metros. Y el del 9 ya lo saben… Cuatro menos en cinco hoyos. No hay mucho rival que pueda resistir eso.

Vale, lo aceptamos, sólo es el día de prácticas, pero es obvio que el juego de Jon va a llegar perfectamente engrasado al inicio de la Ryder. Nada más acabar se ha ido al campo de prácticas, nada, diez minutos de bolas bajo la atenta mirada de Dave Philips, su entrenador. No han tenido que hablar nada. Cada bola era mejor que la anterior. La grada del campo de prácticas aplaudía a rabiar cada zambombazo, especialmente con el hierro 2 y el driver.

Rahm se lo ha pasado en grande. Se reído como un niño con cuatro españoles vestido de Rahmbo que se han llevado el premio al outfit de la semana, ha hablado con Carlos Sainz, ha firmado mil autógrafos y hasta ha agradecido el apoyo de medio centenar de aficionados estadounidenses, sí estadounidenses, que lo aclamaban al grito de «Champions, Matsers… Champions, Masters». Ojalá esto sea un preludio del refrán español: «si no puedes con tu enemigo, únete a él». Hoy con Jon no podía nadie.