Inicio Blogs David Durán Capítulo 26: Adri Arnaus bajaba por la calle del 16…

Capítulo 26: Adri Arnaus bajaba por la calle del 16…

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Adri Arnaus. © Golffile | Thos Caffrey
Adri Arnaus. © Golffile | Thos Caffrey
– Capítulo uno: Abro los ojos
– Capítulo dos: Jordan sólo decía ‘guau’
– Capítulo tres: Intimidades que no deberían contarse
– Capítulo cuatro: Tiger Woods al rescate
– Capítulo cinco: ¿de verdad seré yo el primero?
– Capítulo seis: El parné, vil y encantador
– Capítulo siete: Como un espectro blanco y difuminado
– Capítulo ocho: Los parias de este circo
– Capítulo nueve: Negro, de arriba abajo
– Capítulo diez: La familia, bien, gracias
– Capítulo once: Lucius y el golf como arte marcial
– Capítulo doce: Sin novedades en el ‘nueve’ titular
– Capítulo trece: Un milagro en tierras de Castilla
– Capítulo catorce: The Golfer who came in from the Virus
– Capítulo quince: Como si fuera el arco de un violín
– Capítulo 16: Qué gallito se pone el líder del US Open
– Capítulo 17: Todos los caminos llevan al tee del 1
 Capítulo 18: Lo que toda Norteamérica (o casi) espera de mí
 Capítulo 19: Rory, criatura, relájate un poco
 Capítulo 20: Un tierno y adorable anciano
 Capítulo 21: Un súper poder en el momento más oportuno
– Capítulo 22: Dos puños que chocan tímidos al salir del green
– Capítulo 23: Las vías abiertas de agua y los dos clavos ardiendo
 Capítulo 24: Un señor pull, pero que muy señoreado…
 Capítulo 25: Una línea bien trazada en el suelo

*El aspirante es un relato de ficción escrito por David Durán durante el confinamiento decretado por el gobierno de España por la crisis mundial provocada por el coronavirus Covid-19. Se irá publicando por capítulos mientras dure la cuarentena.

-¡Eh, Chus, mírate la gorra! -me grita alguien cuando ya estoy subido al tee del hoyo 3. Es una voz conocida, pero no la identifico.

-¡Mírate la gorra! -repite.

Ahora sí: es el tío Indalecio. No sé a qué se refiere. ¿Qué pasa con mi gorra? Mientras Lucius Pay anda preparando con su caddie el golpe de salida, miro hacia mi izquierda, desde donde ha venido la voz y hay un desnivel pronunciado que deja a los aficionados por debajo de nosotros. Y allí, algo apartados, asegurándose de que yo pudiera cruzar con ellos una mirada, están mi padre, el tío Indalecio y Toño. Por detrás de ellos se agrupa también un puñado de cariacontecidos aficionados que portan algunas banderas españolas. Los tres me hacen gestos, señalando la gorra. Me la quito y al fin comprendo: Our Spanish Warrior. El lema que mi espónsor ha grabado en el frontal. Después de este inicio descorazonador, triple bogey y bogey, me animan a recordarlo: chico, eres un guerrero, sigue adelante.

Me hace gracia que hayan hecho los deberes hasta el punto de saber qué pone en la gorra, porque el inglés es para ellos poco menos que chino mandarín. Los miro unos segundos y sonrío. Los señalo y luego levanto los dos pulgares. OK. Mensaje recibido. Me provoca cierta congoja verlos tan emocionados, es como si hubieran mudado la piel ruda por la de un recién nacido. Y me gustaría que supieran que algo ha ocurrido, que Guille y yo hemos trazado una línea y que la pelea está asegurada. Que estoy entero.

Lucius se demora más de lo normal. Es razonable, con este vientazo pegando ahora casi de cara, aunque entrando más bien por la derecha. Guille también anda muy concentrado, dibujando estrategias y haciendo números, supongo. A mí, en estado contemplativo y extrañamente sereno, me da por echar un vistazo a los alrededores. Justo a la altura de donde nos encontramos y también a la izquierda, arranca la calle del 16. Me fijo un poco más y veo a un grupo bajando desde el tee en el que viene Adri Arnaus. Vaya jugador. Desde la creación del World Tour, hace ya diez años, él ha sido un fijo cada temporada, y tiene dos campeonatos del mundo en su palmarés.

Vaya, vaya, por cierto, con los campeonatos del mundo y el golf español. Fue ganar Jon -en 2021, si no recuerdo mal- el primero de los seis que tiene y ponerse todo el mundo en marcha, hasta el punto de ser ya el segundo país con más victorias (14), igualado con Australia y sólo por detrás de Estados Unidos. No tenemos medida, igual que no la tenía el ingenioso hidalgo Alonso Quijano: nos habíamos pasado más de veinte años sin ganar ni uno y en poco más de diez ganábamos catorce. Un poco -o un mucho- había ayudado la creación del Santander World Golf Championship, que cada año se celebra en Madrid y en el que la Armada suele ser protagonista. Allí, por ejemplo, ganó Sergio dos de sus tres WGC -el otro fue en China-. Y allí ganaron también David Puig y Jorge Campillo. Álvaro Quirós, en aquella segunda, inesperada y explosiva plenitud que vivió -hoy ya anda semiretirado-, se apuntó en su día un mundial Match Play y completa la extensa y jugosa lista de ganadores españoles en estos torneos.

Me parece que Adri se ha dado cuenta de que el partido estelar es el que esta subido en el tee del 3. Me busca con la mirada. No nos encontramos a mucho más de cuarenta metros el uno del otro cuando él pisa al fin la calle del 16. Levanto la cabeza en señal de saludo y, ante mi sorpresa, se pone a gritar: ¡vamos!, ¡fuerza!, ¡dale, collons, dale! Y cosas así. Tanto, que hasta Lucius Pay tiene que interrumpir su rutina e iniciarla de nuevo.

El siempre templado y mesurado Adri Arnaus no suele pronunciarse de modo tan escandaloso. Y por eso, claro, resulta tan conmovedor: a estas alturas él ya sabe cómo vengo, cayendo en barrena según todos los indicios.

Lo miro y saco un puño. Él saca los dos.